Temporada 3, episodio 2. Alienígenas y Monstruos
La tercera parte del episodio se centra en la creencia de que existen ciertas criaturas escondidas o alejadas de la civilización humana que los humanos no hemos podido describir científicamente. Esto incluye, pero no se limita, al monstruo del Lago Ness, el Leviatán, el Kraken, el Yeti, Pie Grande, seguidos de un largo etcétera. En Alienígenas Ancestrales, en este episodio al menos, se nos presentan dos opciones: 1) o son sobrevivientes de la extinción del Cretácico que han permanecido ocultos todos estos millones de años, o 2) fueron creaciones de extraterrestres.
Erich von Däniken es uno de los principales proponentes del "paleocontacto" y de los astronautas ancestrales y hace apariciones constantes en los episodios de Alienígenas Ancestrales. La tesis central en sus libros es que las civilizaciones antiguas tuvieron contacto con extraterrestres y fue así que lograron realizar hazañas arquitectónicas, científicas y tecnológicas. A von Däniken se le puede atribuir la popularización de la creencia de que las líneas de Nazca corresponden a los trazos de aeropuertos que usaban los extraterrestres para aterrizar sus naves, y que la civilización egipcia carecía de la técnica y herramientas para construir las pirámides de Giza.
La criptozoología es una pseudociencia que busca probar la existencia de criaturas que forman parte del folclor y la mitología, como el monstruo de Loch Ness o el chupacabras; los criptozoólogos denominan a estas criaturas como críptidos y se constituye como una creencia en 1950 por el zoólogo Bernard Heuvelmans. La Sociedad Internacional de Criptozoología se fundó en 1980 con la intención de institucionalizar la pseudociencia como ciencia, pero la sociedad quebró en 1998. Aunque uno podría pensar que estas ideas constituyen parte de un género literario o de entretenimiento, es parte de una mitología colonial que sobrevive en el imaginario popular. Así que en esta entrada, más que hablar solo de Alienígenas Ancestrales, haré un recuento sobre los orígenes coloniales de la criptozoología y cómo la criptozoología dio origen a los austronautas ancestrales.
El subgénero del Mundo Perdido
En 1885 el novelista inglés Henry Rider Haggard publicó su novela Las Minas del Rey Salomón, la historia del explorador británico Allan Quatermain que inicia una expedición desde lo que hoy son Sudáfrica hasta la República Democrática del Congo, siendo el descubridor de una civilización perdida, Kukuanalandia, y el tesoro perdido del rey bíblico, Salomón. Haggard se inspiró en los descubrimientos contemporáneos del Valle de los Reyes, en Egipto, y las ruinas de Asiria. Las Minas del Rey Salomón puede considerarse como el primer libro del subgénero del mundo perdido, un subgénero nacido enteramente en el seno colonial, reflejado en que muchos de los argumentos y tramas son repeticiones de justificaciones dadas por las potencias europas para el colonialismo.
En 1894, el inglés Rudyard Kipling publicó un cuento corto titulado El Hombre que Sería Rey, una historia sobre dos aventuraros británicos que se convierten en reyes de Kafiristán, una región histórica remota de Afganistán. Las historias de Kipling se consideran como parte del proyecto imperialista británico, incluyendo su obra más famosa, El Libro de la Selva, forjando una identidad superior británica civilizadora sobre las culturas racializadas, es decir, no blancas ni europeas. Por ejemplo, Kipling se consideraba Anglo-Indio, haciendo referencia a que era un ciudadano británico, pero nacido en la India. Esta interpretación de Kipling no se basa en una lectura nueva, ya que Kipling fue uno de los principales exponentes de la misión civilizadora de los poderes coloniales. Por ejemplo, fue proponente de que los Estados Unidos establecieran un control colonial sobre las Filipinas y durante la Primera Guerra Mundial el gobierno británico lo contrató para escribir propaganda, oferta que aceptó felizmente.
Finalmente, el género del mundo perdido quedó establecido cuando en 1912, Arthur Conan Doyle publicó su novela El Mundo Perdido. Aquí se cuenta la historia del Profesor Challenger, quien está convencido de haber encontrado evidencia de una región en una meseta cerca en el norte de América del Sur donde sobrevivían dinosaurios. Aunque la idea de dinosaurios sobreviviendo en algún lugar recóndito del planeta no era nueva, siendo el escritor francés Julio Verne el primero en escribir una historia de este tipo en El Viaje al Centro de la Tierra (1864), la historia del mundo perdido incorporó los elementos coloniales que eran populares en Gran Bretaña durante la antesala a la Primera Guerra Mundial.
Vista de la meseta desde la cima de un árbol ginkgo. Ilustración en el libro El Mundo Perdido. El bosquejo fue hecho, de acuerdo con el libro, por el explorador Ed Malone. |
Los temas colonialistas del género son:
- Exploradores europeos haciendo prospecciones de posesiones coloniales y encontrando una cultura "perdida". En contraste, en El Viaje al Centro de la Tierra, el mundo perdido es subterráneo y no se hace un reclamo colonial sobre este.
- Los locales son representados como personas supersticiosas, como en el caso de El Mundo Perdido, o como una cultura agresiva y primitiva, como en Las Minas del Rey Salomón.
- Hay una recompensa que le pertenece al "descubridor", como el tesoro de Salomón, un trono o diamantes.
- En todas las historias, la política o geografía del lugar "descubierto" es irrelevante. En El Mundo Perdido, la meseta y su contenido ya eran conocidos por los indígenas locales, quienes viven temorosos en la periferia.
El subgénero fue bastante popular entre finales del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial, con tramas tomando lugar en todos los continentes, aunque los mundos perdidos en Europa fueron muy raros. Es durante este periodo, 1870-1914, que ocurre lo que eufemísticamente se conoce como "El Reparto de África". En 1870, los europeos ocupaban 10% de los territorios africanos, pero para el inicio de la Primera Guerra Mundial ocupaban el 90% del continente, dejando solamente a Etiopía y Liberia como naciones independientes. En 1884 se celebró la Conferencia de Berlín, donde se establecieron las fronteras y las regiones que le pertenecerían a los poderes coloniales: España, Italia, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica y Portugal.
Durante este periodo se hizo necesario establecer una consciencia colonialista. Por ejemplo, los franceses comenzaron con su misión civilizadora, donde los europeos tenían la responsabilidad de llevar la civilización a las culturas inferiores de sus colonias (no sólo en África) y crearon proyectos de europeización. Otro ejemplo fue la exhibición colonial, donde los museos y zoológicos fueron utilizados como instrumentos para que los habitantes de la metrópolis pudieran disfrutar algo de la expansión colonial que no produciría nada tangible para ellos. Así, las colecciones de historia natural y antropología se utilizaban para mostrar las riquezas naturales de las colonias.
La criptozoología como producto colonial
Frederick Selous fue un cazador y explorador británico que comandó las fuerzas de de Cecil Rhodes en la ocupación de Sudáfrica, y fue su vida la base del personaje Allan Quartermain de Haggard. Quartermain, a su vez, fue la inspiración del personaje Charles Munro en la novela de Michael Crichton, Congo. Munro fue un colonizador escocés-indio nacido en Kenia que se convierte en un mercenario y ayuda a un expedición estadunidense a encontrar la Ciudad Perdida de Zinji, conocida por los israelitas antiguos y conquistada por primates. Cuando Cecil Rhodes conquistó la región de la moderna Zimbabue, Rhodes financió varias expediciones que mostraran que la Gran Zimbabue estaba conectada con Asia, buscando desterrar la idea de estados africanos pre-existentes.
Gran Zimbabue fue una ciudad medieval construida con roca en el siglo XI, floreciendo entre los años 1200 y 1500, albegarndo en su auge una población de cerca de 8,000 personas. La ciudad era el punto más importante de comercio en el continente africano al comunicar la costa oriental (Zanguebar o Costa Suajili) con la India y Persia. La erosión y la reducción en la calidad del suelo debido a la sobrepoblación causaron que la ciudad fuera gradualmente abandonada y la población se dispersó a las ciudades de Torwa y Mutapa. Cuando los portugueses llegaron a la región, en 1531, la ciudad ya estaba abandonada y los portugueses reconocieron que las ruinas de la ciudad pertenecían a las comunidades indígenas. Por esas fechas, mercantes árabes intentaron aprovechar el vacío generado por el declive de la ciudad y alentaron la leyenda de que Gran Zimbabue era en realidad Ofir, la mina de la que el rey Salomón obtenía cada tres años sus cargamentos de oro, plata, sándalo y marfil, productos que la Gran Zimbabue también comerciaba.
Aunque existe la interpretación de que en los tres complejos que forman la ciudad (El Gran Recinto, el Complejo del Valle y el Conjunto de la Colina) las personas vivían de acuerdo a su estrato social, una reevaluación en 2015 propuso que la arquitectura muestra que la ciudad surgió de comunidades agrícolas que generaron centros aristocráticos conforme se producían las sucesiones de acuerdo con los sistemas políticos de los pueblos Shona. Así, lo que refleja la arquitectura de la ciudad son los cambios de poder, del Conjunto de la Colina en el siglo XII, al Gran Recinto, y finalmente en el Complejo del Valle, hacia su declive.
Vista aérea de Gran Zimbabue. El complejo circular se conoce como el Gran Recinto y el Complejo del Valle. |
El Pájaro de Zimbabue en la bandera está representado como una estatua similar a una encontrada en las ruinas de Gran Zimbabue. |
La idea de que las ruinas pertenecieron a Salomón se extendió rápidamente entre los europeos, y con el paso del tiempo se asumió que toda construcción o yacimiento arqueológico que se encontrara en África había pertenecido a pueblos semíticos. Hacia el siglo XX, por ejemplo, las minorías blancas británicas de Zimbabue comenzaron a impulsar la idea de que las ruinas tenían un origen bíblico, ya que esto daba justificación y autoridad a la colonización europea. Sería hasta finales del siglo XX que los arqueólogos nacionales acumularon evidencia que demostraba que el asentamiento era de origen africano y era uno de los asentamientos pre-coloniales más grandes del continente. Rápidamente, Gran Zimbabue se convirtió en un símbolo de la identidad panafricana e incluso es parte de la bandera de Zimbabue.
Las ideas sobre Gran Zimbabue (o lo que los colonizadores pensaban que era Ofir) alimentaron la noción de mundos perdidos. En 1901, la Sociedad Zoológica de Londres exhibió un especimen de un animal procedente de la colonia de Uganda, en África Central, por parte del gobernador Sir Harry Johnston. El animal lucía algo así como una cruza entre jirafa y cebra, el okapi. Los académicos británicos concluyeron que se trataba del legendario unicornio africano. En la misma década, dos coleccionistas alemanes, Carl Hagenbeck y Hans Schomburgk, afirmaban que los africanos y cazadores europeos de Rhodesia habían visto a un reptil de tamaño gigante al que los locales conocían como mokele-mbembe. Para los coleccionistas alemanes, mokele-mbembe era un brontosaurio, un dinosaurio descubierto en 1879 en Estados Unidos. Para los colonizadores y académicos europeos la existencia de dinosaurios vivos en África tenía sentido, ya que se pensaba que sus habitantes habían sido "olvidados" por la civilización y podría ser que su fauna y flora hubiera sido "olvidada" por la evolución misma. En 1938, pescadores sudafricanos habían descubierto al celacanto, un pez que había desaparecido del registro fósil desde el Cretácico (puedes leer más sobre este descubrimiento aquí), y la idea de un mundo perdido con dinosaurios en África se cristalizó.
Esqueleto de okapi (cráneo, cuello y caja torácica) en el Museo Grant de Zoología, UCL. |
Willy Ley, un escritor y científico conocido por popularizar los vuelos espaciales en la literatura, escribió un libro en 1948 titulado El Pez Pulmonado, el Dodo y el Unicornio, donde describe al mušḫuššu, una serpiente dragón de la mitología sumeria, con patas delanteras de león y traseras de águila. La criatura había sido dibujada en las Puertas de Ishtar, descubiertas por el arqueólogo alemán entre 1902 y 1914 y reconstruida en Berlín, la ciudad natal de Ley. Las Puertas de Ishtar se construyeron alrededor del año 600 a.C. y también describen a un uroc, el ancestro de todos los bovinos domésticos de Europa. De acuerdo con Ley, dado que el uroc había existido en Sumeria y se había descubierto una representación en las Puertas de Ishtar, era probable que los sumerios estuvieran retratando algo de la vida real al dibujar el serpiente dragón. Dado que el valor de los fósiles había sido reconocido recientemente por los europeos, no era posible que se tratara de una reconstrucción y Ley propuso que se trataba de un brontosaurio, el mismo animal que en África se llamaba mokele-mbembe. Aunque no había ninguna evidencia de que los sumerios o los israelitas se hubieran asentado en África Central, la creencia estaba tan embebida en el imaginario colectivo sobre Ofir que la conexión no tenía que demostrarse con evidencia arqueológica.
La Sociedad Internacional de Criptozoología
En 1958, el escritor belga Bernard Heuvelmans publicó su libro Tras las Huellas de Animales Desconocidos, retomando las ideas de Ley, quien para estas fechas había abandonado sus ideas de la búsqueda de dinosaurios en África. En 1982, Heuvelmans y su protegido, Roy Mackal, fundaron la Sociedad Internacional de Criptizoología (ISC) y su símbolo fue nada menos que el okapi. La fundación de la ISC coincidió con un cambio en la política del continente africano conforme los países se reorganizaban tras los movimientos de independencia entre 1957 y 1967. Sin embargo, tras la partida de los poderes coloniales, los avistamientos de mokele-mbembe entraron en declive. En 1980-81, Mackal lideró dos expediciones a la República del Congo en busca de mokele-mbembe. A pesar de la falta de evidencia y la acumulación de evidencia en contra, Mackal consideraba que las conexiones establecidas por Ley eran verdaderas y comenzó a expandirlas hacia otras criaturas, por ejemplo, atribuyendo el Behemoth del Libro de Job al brontosaurio y mokele-mbembe. El ISC financió solo dos expediciones de Mackal, pero hubo 18 en total, cinco de ellas lideradas por William Gibbons.
Imagen del mušḫuššu, o dragón sumerio, en las Puertas de Ishtar. Fotografía de Jami430, Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0) |
En las memorias del criptozoólogo escocés William Gibbons (2006), Gibbons establece que los reportes de dinosaurios en África Central decayeron durante y después de la Segunda Guerra Mundial como consecuencia de la descolonización de África. Gibbons explica que la falta de interés en los dinosaurios vivos radicaba en que "muchos de los nuevos estados africanos independientes estaban dando la espalda a sus maestros colonailes para adoptar políticas socialistas extremas". De acuerdo con Gibbons, la búsqueda de mokele-mbembe se había hecho difícil debido a los procesos de descolonización (¿propaganda colonialista, eres tú?).
La financiación y logística de las expediciones de la ISC fueron facilitadas en un principio cuando los políticos de los nuevos países consideraron que este tipo de investigaciones atraería el turismo del Norte Global (Estados Unidos y Europa) y podrían utilizar las ventajas económicas del turismo por este folklore. Sin embargo, después de la década de los 80s, los políticos africanos se dieron cuenta de que la creencia en este tipo de historias estaba limitada a círculos muy pequeños. Durante la época colonial, los críptidos servían para perpetuar la imagen de una África indómita, salvaje y primitiva con la que los europeos ejercían su poder; después de los movimientos de independencia, los críptidos no servían ni siquiera para alimentar al sector turístico.
En 1990, David Icke mezcló las historias de Ley, los estereotipos racistas y el concepto de von Däniken de astronautas ancestrales para crear a los reptilianos. Los reptilianos son, de acuerdo con Icke, alienígenas fascistas que cambian de forma y que controlan el mundo a través de la Hermandad Babilonia (que incluye a los Iluminati). Las ideas de Icke retoman los escritos de los 70 de Zecharia Sitchin, un ejecutivo cuya pasión era la arqueología, aunque nunca la estudió, y quien dedujo que el panteón sumerio contenía en realidad alienígenas reptilianos (inserte aquí un meme de "la arqueología es mi pasión"). Por ejemplo, Sitchin pensó que las minas de Ofir habían sido producidas por alienígenas, así como muchos otros sitios mineros legendarios.
Llegamos así al tiempo presente. Las ideas de alienígenas ancestrales tienen sus raíces en la propaganda colonialista y ahora alimentan propaganda neocolonialista en la televisión. Muchos de los proponentes de la existencia de críptidos en África son abiertamente anti-independencia y pro-colonialistas. El modo en el que describen las interacciones alienígena-humano tienen los mismos patrones que las relaciones colonizador-indígena. Antes de que llegara Alienígenas Ancestrales, varios programas comenzaron a explotar la existencia de críptidos en la televisión y abrieron paso a este formato. En 2004, llegó a las pantallas el programa británico El Último Dragón, un docuficción que se transmitió en Canal 4 en el Reino Unido y en Animal Planet en otros países. El docuficción sigue los pasos de Jack Tanner, un paleontólogo estadunidense que trabaja en el Museo de Historia Natural de Londres (el programa fue filmado en el Museo de Historia Natural de Oxford), en su búsqueda por el origen de los dragones. El programa hace especulaciones sobre cómo los dragones pudieron haber evolucionado para volar y lanzar fuego. El docuficción fue bastante exitoso, siendo incluso nominado a dos Premios Emmy.
Destination Truth (DT), un reality show transmitido en el canal Syfy en 2007. DT usa los mismos argumentos coloniales del subgénero del mundo perdido, donde los investigadores viajan a lugares recónditos y peligrosos del sur global. El programa alcanzó muy buenos niveles de rating, con hasta 2.2 millones de espectadores en varios episodios. Dos años después, surge Alienígenas Ancestrales, explotando el interés que este tipo de programas de especulaciones atraían de los televidentes. La premisa del programa es nada más y nada menos que los escritos de Zecharia Sitchin, razón por la cual los episodios se centran en los sumerios y sus dioses. Sitchin también popularizó las ideas de que la anatomía humana había sido creada mediante ingeniería genética alienígena; fue también Sitchin quien creó la idea de la cultura de los Anunnaki provenientes del planeta Nibiru, nombre que Alienígenas Ancestrales da a los astronautas ancestrales.
Sitchin interpretó los mitos como algo basado en la realidad y utiliza la tecnología europea y estadunidense del presente como lo más avanzado; por esa razón, tiene sentido que Setchin considerara que las líneas Nazca sirvieron como aeropuertos del tipo que existían en la Segunda Guerra Mundial y alienígenas en cohetes del tipo que la NASA tiene ahora ¿por qué nos sería la tecnología alienígena reconocible? Sitchin, y sus seguidores, ven en los mitos y críptidos lo que quieren ver, y su influencia en la cultura popular es inmensa. La película Stargate (1994), de Roland Emmerich, y la película Cowboys & Aliens (2011), de Jon Favreu, fueron inspiradas directamente de las ideas de Sitchin. Esto nos da la sensación de que algo debe ser cierto, ya que muchas fuentes repiten la misma información. Sin embargo, así como un árbol filogenético, podemos rastrear todas estas ideas a un mismo punto, siendo también la explicación más sencilla para muchos de los críptidos: la propaganda colonialista y el proyecto civilizador.
Referencias
- Noëlle F. Kümpel, Alex Quinn, Elise Queslin, Sophie Grange, David Mallon and Jean-Joseph Mapilanga (2015). Okapi (Okapia johnstoni): Conservation Strategy and Status Review. Gland, Switzerland: IUCN and Institut Congolais pour la Conservation de la Nature (ICCN). pp. 58
- Deane, Bradley (2008). Imperial Barbarians: Primitive masculinity in Lost World fiction. Victorian Literature and Culture. 36: 205–25.
- Guimont, Edward (marzo, 2019). Hunting Dinosaurs in Central Africa. Continent Magazine [consultado en https://contingentmagazine.org/2019/03/18/hunting-dinosaurs-africa/, el 10 de junio de 2021]
- Chirikure, S., & Pikirayi, I. (2008). Inside and outside the dry stone walls: Revisiting the material culture of Great Zimbabwe. Antiquity, 82(318), 976-993. doi:10.1017/S0003598X00097726
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