Fotografía del yacimiento de los esquistos de Maotianshan, donde se han encontrado los fósiles de la biota de Chengjiang. Foto de Martin Smith, CC BY SA 4.0 |
Un Lagerstätte, vocablo formado por las palabras alemanas Lager, “almacén”, y Stätte, “lugar”, es un yacimiento donde los fósiles tienen un estilo de preservación muy detallado y donde hay evidencias de tejidos blandos. Existen dos tipos de Lagestätten, los Konzentrat-Lagerstätten (Lagerstätte de concentración) y los Konservat-Lagerstätte (Lagerstätte de conservación). Los Konzetrat-Lagerstätten son depósitos que tienen una gran cantidad de fósiles acumulados durante largos periodos de tiempo, como capas de osamentas. Debido a la gran cantidad de fósiles preservados, es posible obtener una idea sobre la estructura de las poblaciones. Los Konservat-Lagerstätten son depósitos de preservación excepcional donde el tejido blando y los icnofósiles son bastante comunes. Del Cámbrico se han encontrado varios sitios lagerstätten en esquistos bituminosos.
La palabra “esquisto” viene del griego σχιστός,
skistós, que significa “separado” y se refiere a rocas que tienen una
textura laminar, es decir, que es fácil separar las rocas en láminas delgadas.
La pizarra, por ejemplo, es una roca con textura de esquisto, que se forma
debido a la compresión de la corteza terrestre. La pizarra es un esquisto
metamórfico, ya que las rocas se formaron gracias a presiones y temperaturas
grandes. Hay otros esquistos que no han sido modificados, los esquistos
sedimentarios, que se forman de sedimentos arcillosos con minerales laminares. En
los esquistos bituminosos, un tipo de esquisto sedimentario, se produce el gas
natural que puede ser extraído mediante fracking.
Los esquistos bituminosos se forman a
partir de lodos con sedimentos muy finos con poros que permiten la preservación
de materia orgánica, a menudo referidos por su nombre en inglés, shale.
Por esa razón, los esquistos bituminosos tienen la capacidad de preservar
fósiles de tejidos blandos, de suerte que los formados durante el Cámbrico
medio nos han permitido tener ventanas hacia los mares de hace 520 millones de
años y la evolución animal.