domingo, 21 de noviembre de 2021

La Biblioteca del Rey y los apóstoles de Linneo

Retratos, de izquierda a derecha, Dr Daniel Solander, Sir Joseph Banks (a la izquierda, sentado), James Cook (al centro), Dr John Hawkesworth, y John Montagu, 4to Conde de Sandwich, en su viaje a Australia, realizado por John Hamilton Mortimer, ca. 1771.

Localizado en el centro de Londres, el Museo Británico tiene su origen en la colección de más de ochenta mil artículos que el médico irlandés sir Hans Sloane (1660-1753) tenía en su posesión. Sloane tenía apenas 19 años cuando llegó a Londres en 1679 para estudiar farmacia, donde su afición por la botánica se acrecentó; tan solo seis años antes se había fundado el Jardín Físico de Chelsea, donde se cultivaban plantas con propiedades curativas. En 1683, Sloane se trasladó a Francia a estudiar medicina en París y Montpellier. Su excelencia se tradujo en una membresía para la Royal Society en 1685 y para 1687 su carrera como médico despegaba para ser considerado un miembro del Colegio de Médicos y ejercer su profesión en la colonia británica de Jamaica.

Sloane terminó con una gran colección de libros, manuscritos, impresiones, dibujos, especímenes vegetales y animales, medallas, monedas, sellos, estampas y antigüedades procedentes de los cinco continentes. Esta colección fue parte de la herencia que hizo Hans Sloane en su testamento, que pasó a manos del Parlamento Británico el día de su muerte, el 11 de enero de 1753. El Parlamento Británico organizó una lotería pública para pagar las 20,000 libras simbólicas. Los administradores de la colección eligieron la Casa Montagu, una mansión localizada en el barrio de Bloomsbury, para albergar la colección de Sloane.

La Casa Montagu fue construida inicialmente para ser la casa del estadista sir Ralph Winwood, embajador de Inglaterra en Francia, fue diseñada por el científico inglés Robert Hooke y finalmente construida entre 1675 y 1679. La casa original fue destruida en un incendio en 1686 y reconstruida posteriormente por el arquitecto francés Pouget. Fue esta mansión la que se vendió al gobierno británico para albergar la colección de Hans Sloane en 1755. Sin embargo, tras incrementar el tamaño de su colección, hacia el año 1842, tuvo que ser demolida para dar origen al edificio de estilo neoclásico que es hoy conocido como el Museo Británico y que fue diseñado por el arquitecto Robert Smirke.

Boceto de la Casa de Montagu, la Galería Townley y el Ala Oeste de Sir Robert Smirke en construcción, de autor desconocido, ca. 1820.

La Biblioteca del Rey

Al entrar al Museo Británico y cruzar el vestíbulo central se entra al Gran Atrio de Elizabeth II, finalizado en el año 2000, donde se encontraba la Biblioteca Británica, y es considerada la mayor plaza cubierta de Europa. Al caminar a mano derecha, se encuentra una puerta que da paso a la sala más grande del Museo Británico: la Sala de la Ilustración.

El nombre alternativo de esta sala es el de la Biblioteca del Rey, pues alguna vez albergó una de las colecciones más grandes de obras impresas de la Ilustración. La biblioteca fue creada por el rey Jorge III, quien logró acumular hasta 65,000 volúmenes; la colección completa fue donada a la nación en el año 1827 por Jorge IV y se mudó al recinto que hoy ocupa la Sala de la Ilustración. Los 65,000 volúmenes permanecieron en el Museo Británico desde el año 1827 hasta el año 1997, cuando fueron realojados en la Biblioteca Británica, el edificio detrás del Museo Británico. La llegada de esta gran colección al Museo, vista con mucha reticencia por varios sectores de la sociedad británica, permitió impulsar la solicitud de presupuesto para empezar el diseño del edificio neoclásico de Smirke. La llegada de esta biblioteca descomunal catalizó la ampliación del Museo y la construcción de la icónica fachada que miles de turistas disfrutan al llegar a Londres. Durante su estancia en el Museo Británico, la colección fue víctima de la Segunda Guerra Mundial. Durante la Primera Guerra Mundial, los ejemplares más valiosos se mudaron a la Biblioteca Nacional de Gales, y esta precaución se volvió a tomar durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en septiembre de 1940, los bombardeos afectaron al Museo y 428 volúmenes fueron destruidos o dañados de forma irreparable, de los que 256 tenían copias guardadas. Adicionalmente, un millar más de ejemplares tuvieron que ser restaurados. Durante la guerra, muchos libros fueron evacuados a otros sitios del Museo o hacia la Biblioteca Bodleiana en Oxford.

Fotografía del lado sur de la Biblioteca Grenville (1875). Los libros se encontraban originalmente en estantes abiertos, pero los libreros fueron cubiertos con puertas de vidrio en 1857, cuando la Biblioteca del Rey y el Salón de Manuscritos fueron abiertos al público.

Tras la mudanza gradual hacia la Biblioteca Británica, la colección de la Biblioteca del Rey dio paso a la Galería de la Ilustración, que fue redecorada entre los años 2000 y 2003, inaugurada para celebrar el 250 aniversario del Museo, albergando objetos procedentes de la Ilustración, como astrolabios, telescopios, manuscritos y una colección de historia natural.

Conforme el visitante avanza hacia el final de la Sala de la Ilustración, los libros y artilugios dan paso a las curiosidades del mundo natural: fósiles, minerales, conchas de moluscos, ilustraciones de animales. Esta colección no tiene que ver con las que juntaron sir Hans Sloane ni el rey Jorge III, sino que proceden de la Sociedad Real (Royal Society). En el año 1780, la Sociedad Real, tras algunos conflictos políticos internos, se mudó a la Somerset House, una mudanza que no daba cupo para que la Biblioteca de la Sociedad Real y su museo fueran reubicados. Así que, en la usanza de todos los que querían reacomodar o donar antigüedades y objetos para su exhibición, donaron la colección al Museo Británico en 1781.

Daniel Solander, retrato realizado por William  
Parry y parte del acervo de la Sociedad
Linneana de Londres.
Los apóstoles de Linneo

La colección de historia natural del museo comenzó con las curiosidades que había heredado sir Hans Sloane, pero en los años subsecuentes comenzó a crecer. En 1763 llegaba al Museo Daniel Carlsson Solander (1733-1782), un médico y naturalista sueco. Tres años atrás, el sueco se había mudado desde Uppsala, donde había estudiado lenguas, humanidades y leyes, a Londres para promover el nuevo sistema de clasificación natural propuesto por uno de sus profesores, el naturalista Carl Linneo.

Solander es conocido como uno de los diecisiete apóstoles de Linneo, nombre con el que se conoce a un grupo de estudiantes que realizaron expediciones botánicas y zoológicas por el mundo encomendados o aprobados por Linneo. El primer apóstol de Linneo fue Cristopher Tärnström (1703-1746), quien realizó una expedición botánica a China. Tärnström se embarcó a principios de 1746 en el Calmar, que llevaba a la Compañía Sueca de las Indias Orientales. Linneo le dio una lista de especímenes para colectar, pero Tärnström no pudo mandar ningún espécimen a Europa puesto que, en la parada obligada en diciembre de 1746 en la isla Côn So’n, en lo que hoy es Vietnam, Tärnström se enfermó de alguna fiebre tropical y pereció. La viuda culpó a Linneo, y en arrepentimiento, Linneo solamente aprobó hombres solteros como sus apóstoles a partir de ese momento.

El Endeavour, la nave que dirigió James Cook, acercándose a las costas de "Nueva Holanda", hoy Australia, en su corrido cerca de la Gran Barrera de Arrecife. Cuadro pintado por Samuel Atkins, entre 1787 y 1808.

Louisa Ulrika de Prusia (1720-1782),
Reina de Suecia, realizado por la 
pintora sueca Ulrika Pasch cuando la 
    reina aún vivía. Actualmente es parte de
    la colección de la Galería de Retratos de
Suecia.
El segundo apóstol fue Pehr Kalm (1747-1751), un naturalista finlandés que se convirtió en estudiante de Linneo en 1740. Kalm propuso una expedición a América del Norte, a donde llegó en 1748; recorrió Pennsylvania, Nueva Jersey, Nueva York y el sur de Canadá antes de regresar a Suecia. Frederic Hasselquist (1749-1752), también un naturalista sueco, se embarcó en una expedición botánica hacia el Mediterráneo Oriental. En 1749, Hasselquist zarpó de Estocolmo con rumbo a Izmir, en Turquía, de donde viajaría a Siria, Chipre, Rodas y la isla de Quíos; Hasselquist regresó a Izmir en 1752 con una vasta colección de especímenes. Sin embargo, de manera desconocida, Hasselquist murió en la ciudad de Esmirna. Las deudas que tenía Hasselquist impidieron que la colección fuera entregada directamente a Linneo, de modo que fueron retenidas hasta que la deuda fuera pagada. Linneo arregló que la Reina de Suecia, Louisa Ulrika, pagara por la deuda del estudiante de Linneo.

Olof Torén (1718-1753) viajó al Surat, en India, como un sacerdote con la Compañía Sueca de las Indias Orientales en 1750. De ahí, se dirigió a Guangzhou antes de regresar a Suecia con una colección extensa de especímenes. A su regreso, Torén se enfermó y murió en 1753, siendo Linneo quien publicara sus cartas con Torén de manera póstuma. Pehr Osbeck (1723-1805) zarpó de Göteborg hacia China en 1750 con la encomienda de conseguir una planta de té para Linneo; durante sus cuatro años en Guangzhou, Osbeck recolectó muchas plantas, pero no la planta de té que buscaba su mentor. En 1752 Osbeck regresó a Suecia donde entregó su colección a Linneo; fue el segundo apóstol en sobrevivir una expedición de Linneo.

Pehr Löfling (1729-1756) fue recomendado por Linneo al embajador español en Suecia para que explorara la flora española. En 1751, Löfling llegó a Madrid donde vivió hasta 1753. En 1754 los españoles organizaron una expedición a América del Sur y Löfling fue elegido para unirse a la expedición. Löfling llegó hasta Venezuela, donde colectó un gran número de especímenes con ayuda de dos asistentes. Löfling nunca regresó a Europa, pues en febrero de 1756 murió en Guyana.

La lista de incidentes a los apóstoles de Linneo no terminó aquí. Daniel Rolander (1725-1793) viajó a Surinam en 1755, pero a su regreso en Suecia, y con quejas por haberse enfermado y lo mucho que odió el clima, decidió no dar nada de su colección a Linneo; esto enfureció a Linneo y terminó allanando la casa de Rolander para robar una planta de Sauvagesia. Tras este incidente, Linneo y Rolander no sostuvieron una relación cordial o de ningún tipo. Anton Rolandsson Martin (1729-1785), estonio, fue a una expedición ballenera en Spitsbergen, en el Océano Ártico, que fue fallida pues Martin solamente pudo pasar unas horas en la isla, tiempo en el que recogió unos cuantos líquenes y musgos. Carl Frederick Adler (1720-1761) viajó hacia China y Java también en una misión de la Compañía Sueca, pero tras un año de viaje Adler murió en la isla de Java, sin embargo, Adler logró mandar a Linneo su recolección de muestras de China. Pehr Forsskål (1732-1763) fue un estudiante finlandés que, comisionado por el rey danés Frederick V, viajó con permiso de Linneo hacia el Oriente Próximo. El rey Frederick V determinó que la colección botánica no permanecería en Copenhague sino hasta que la comunidad internacional, incluido Linneo, la estudiaran. La expedición abarcó Egipto y Yemen, a donde llegaron en 1763; y como el lector comenzará a adivinar, Forsskål se contagió de malaria en Yemen, de lo que murió el 11 de julio de 1763, pero sus trabajos fueron publicados póstumamente en 1775.

Göran Rothman (1739-1778), médico sueco, obtuvo su doctorado con Linneo como su supervisor. En 1773, Rothman viajó al Norte de África en una comisión de la Academia Sueca de Ciencias. Si bien llegó a Túnez y Libia, los disturbios locales no le permitieron adentrarse tanto como quisiera, por lo que regresó en 1776 a Suecia con pocos hallazgos. Tras esto, se dedicó a ser médico en Uppsala hasta que murió en 1778. Johan Peter Falk (1732-1774) llegó a Uppsala en 1751; tras convertirse en apóstol, se hizo cargo del hijo de Linneo, Carl. En 1760 Linneo insistió en que Falk fuera con Forsskål hacia el Oriente Próximo, pero los daneses no aprobaron la solicitud de Falk. Ocho años después, la Academia Rusa de Ciencias organizó una expedición hacia el Este de Rusia, que incluía Volgogrado y las estepas. Si bien Falk realizaba un espléndido trabajo, durante su viaje se deprimió y se volvió adicto al opio. Cuando la expedición llegó a Kazán, Falk murió de suicidio debido a la depresión. La colección nunca llegó a manos de Linneo, sino que se quedó en San Petersburgo.

El décimo tercero de los apóstoles fue Daniel Solander. Tras haberse instalado en el Museo Británico comenzó a expandir el uso del método de clasificación linneano en las colecciones británicas. Su posición en el Museo Británico hizo que Solander rechazara la posición que Linneo le había conseguido como profesor de botánica en San Petersburgo. La decepción de Linneo terminó por dañar la relación con Solander, quien fue conoció por el naturalista como «el ingrato Solander». En 1768, Solander fue contratado por el botánico inglés Joseph Banks para que le acompañara junto a James Cook a bordo del Endeavour para explorar el Océano Pacífico. Solander pidió para realizar el viaje alrededor del Pacífico, principalmente Australia; Solander fue el primer científico en pisar Australia. Al regresar a Londres con Cook y Banks, Solander fue el primer sueco en circunvalar el globo.

Su gran experiencia en el sistema de Linneo y en la organización del mundo vivo con este sistema hizo que Banks le hiciera su compañero en las expediciones a Islandia, las Islas Hébridas y las islas Orcadas en 1772. Fue así que a partir de 1773 fue encargado de organizar la colección del Museo Británico y de reclasificar todo lo que se encontraba en ella. La colección de la Sociedad Real llegó en el año de 1781, y fue Solander el encargado de organizar la colección de acuerdo al nuevo sistema. Solander comenzó su labor hasta que un año después murió de un ataque cerebrovascular (o derrame) en la casa de Joseph Banks en Soho Square. Muy pocos de los objetos en la colección pudieron ser identificados e incluso hoy se desconoce la procedencia de muchos de estos ejemplares. El legado de Solander no fue reconocido en su tiempo ya que Banks nunca publicó su obra, donde describía los ejemplares recolectados en su expedición en el Endeavour.

La historia de Solander se puede leer en un molar de mastodonte que se encuentra casi al final de la Sala de la Ilustración. Con esta historia detrás, es tal vez una de las tarjetas más tristes del Museo Británico:

Diente petrificado de un animal marino. Así es como este molar de mastodonte fue descrito cuando fue ilustrado en un catálogo de 1681 en la colección de la Sociedad Real sobre curiosidades naturales. Un siglo después, la colección fue dada al Museo Británico, principalmente porque el historiador natural Daniel Solander trabajaba aquí y se podía confiar en que curaría y clasificaría la colección adecuadamente. Infortunadamente, él murió un año después y pocos objetos de la colección pueden ser identificados hoy.

Conchas de moluscos parte de la colección de Hans Sloane y estudiadas por Daniel Solander, actualmente en exhibición en el Museo Británico en la Sala de la Ilustración. 2017. ORRF.
Epílogo

La educación pública y privada nos muestra a las ciencias naturales como una colección de ciertos individuos ilustres que construyeron, por sí solos, todo el conocimiento del pasado. Sin embargo, este tipo de narrativas esconden la naturaleza colectiva del quehacer científicos y las historias de aquellas personas que en muchas ocasiones arriesgaron su vida para colectar datos. Esconde, además, la conexión que existe entre la historia de la ciencia y el colonialismo, ya que las redes comerciales y de exploración establecidas como producto de los poderes europeos repartiéndose territorios en el globo y compitiendo por esos territorios son las que permitieron a los apóstoles de Linneo viajar por el mundo. La publicación del Systema Naturae que sentó las bases de la taxonomía moderna no fue un trabajo único de Carl Linneus, y la revolución que inició no fue obra de un solo hombre.