Este artículo ha sido re-editado de su versión original publicada el 26 de diciembre de 2014, agregando una discusión sobre neoplatonismo.
Reconstrucción de un Megalosaurus realizada por Samuel Goodrich en 1859 |
Neoplatonismo y Megalosaurus bucklandii
Cerca de 30 km hacia el noroeste de Oxford, Inglaterra, se encuentra la cantera de calizas de Cornwell (Cantera Taynton), a los alrededores de una pequeña ciudad mercantil conocida como Chipping Norton. A ese lugar llegó en 1676 el naturalista inglés Robert Plot, doctor en ley civil que trabajaba a partir de ese momento para el University College (hoy University College London). En 1674 Plot había recibido dinero del obispo de Oxford para dedicarse a colectar y estudiar la historia natural del área circundante. Sus hallazgos saldrían publicados en 1677 en un libro titulado "La Historia Natural de Oxford-shire".
En el siglo XVII, los filósofos naturales de Gran Bretaña retomaron el sistema filosófico del neoplatonismo para explicar los fenómenos naturales. Este sistema era particularmente popular dentro de los círculos teológicos y eclesiásticos y consideraba que todo en el Universo se encontraba regido por afinidades invisibles que se manifestaban en el mundo físico como similitudes o semejanzas. Los fósiles eran utilizados como evidencia de esta idea, donde el mundo vivo y el mundo mineral se encontraban conectados por una "fuerza plástica" que hacía que las rocas manifestaran formas semejantes a las del mundo vivo. En "La Historia Natural de Oxford-shire", Plot describió lo que parecía ser el resto de un antiguo gigante, uno de los extremos del fémur, o posiblemente un elefante traído durante los tiempos romanos. Sin embargo, éste fue uno de los pocos fósiles que Plot explicó como posiblemente el resultado de una fuerza plástica convirtiendo un objeto orgánico en uno mineral (petrificación), si bien, Plot consideraba que muchos de los fósiles eran en realidad imitaciones minerales del mundo orgánico (cristalización).
La idea de que los fósiles eran restos de vida extinta contradecía el consenso establecido de que la Biblia no describía ninguna forma de destrucción de la Creación, por lo que los restos fósiles solían compararse con las formas presentes en el mundo vivo. El neoplatonismo proponía una explicación natural compatible con las escrituras de la Biblia. En 1763 el médico inglés Richard Brookes redefinió el hallazgo de Plot en su Volumen 5 de la obra Un Sistema de Historia Natural, donde a manera de broma encontró el hallazgo muy semejante a los testículos de un ser humano de grandes proporciones y le bautizó como Scrotum Humanum, "escroto humano".
Las Guerras Napoleónicas y el Megalosaurus
Entre 1792 y 1815 se desataron en Europa las Guerras Napoleónicas, una serie de conflictos que dieron a Francia una breve hegemonía sobre el continente tras el derrocamiento del rey Luis XVI. La República Francesa no había sido vista con buenos ojos por las monarquías europeas y en 1791 Austria y Prusia exhortaron a todos los gobernantes europeos a asistir al rey Luis XVI para retomar el control sobre Francia. En abril de 1792, la República de Francia declaró la guerra a los reinos de Austria y Prusia y para noviembre de 1792 Francia había invadido Bélgica; Francia buscaba expandir los ideales de la revolución francesa a todas las naciones europeas. En 1795 comenzaría el ascenso del general Napoleón Bonaparte y para 1800 los ideales de la Revolución francesa se habían diluido dentro de la posibilidad de que Francia pudiera gobernar toda Europa. En 1803, Gran Bretaña se retiró de la guerra contra Napoleón, generando una relación hostil entre las dos naciones, pues nunca fue un secreto que el futuro emperador quería conquistarla. Durante las Guerras Napoleónicas, Francia se convirtió en la nación imperante sobre Europa y durante ese periodo fue una nación hegemónica con una vida académica igualmente revitalizada. En este contexto vivió el anatomista Georges Cuvier, quien inició su propia revolución en el entendimiento de la historia natural. Tras la derrota de Napoleón en 1815 comenzó un periodo de relativa paz en Europa.
En 1815, el geólogo y químico británico John Kidd descubrió restos fósiles en la cantera de Stonefield, también en Oxfordshire. De acuerdo con Kidd, la ciencia de la geología no era capaz de realizar ninguna inferencia que fuera tan válida como aquellas otorgadas mediante la revelación de Dios a través de la Biblia, debido a que la geología se basaba meramente en la observación y no le era posible acceder al conocimiento de las causas. Los fósiles permanecieron en la Universidad de Oxford donde fueron adquiridos por el geólogo británico William Buckland, quien fue estudiante de química y geología de Kidd. La geología enseñada en la Universidad de Oxford viró hacia las Escrituras, tal como instruía Kidd: una Tierra uniforme donde nada había cambiado.
Buckland fue nombrado instructor de mineralogía en 1813, sucediendo a su mentor John Kidd, y en 1815 recibió la colección de fósiles descubiertos por Kidd. Durante estos dos años Buckland se convirtió en un curador no oficial del Ashmolean Museum de Oxford y fue encomendado a recorrer varias partes de Europa, donde conoció a varios naturalistas famosos, entre ellos George Cuvier. A diferencia de los demás geólogos ingleses, Buckland consideraba que el libro del Génesis era en realidad un término ambiguo para designar el periodo entre la Creación y el surgimiento de sus habitantes actuales, durante el cual habían ocurrido extinciones y reconstrucciones sucesivas productos de catástrofes y cataclismos. Buckland comenzó a defender desde entonces el catastrofismo promovido en Francia por Cuvier.
En 1818, Cuvier visitó a Buckland en la época de la post-guerra, donde pudo apreciar los huesos que Buckland no lograba identificar. Tras realizar varias comparaciones, Cuvier determinó que se trataba de una lagartija de tamaños descomunales. Tras la visita y guía de Cuvier, Buckland continuó estudiando los fósiles junto con su amigo William Conybeare planeó una publicación donde ambos describían a los dos reptiles gigantescos conocidos hasta entonces: el Mosasaurio descubierto en Holanda y el Megalosaurio de Inglaterra; si bien se pensaba que esta publicación saldría en los Ossemens, la obra magna de Cuvier, esto nunca pasó.
Por aquél entonces, Buckland era novio de Mary Morland, con quien compartía tanto la pasión por recolectar fósiles como por el estudio de los mismos según la visión de Cuvier; Mary era además una excelente ilustradora. En 1824, durante la reunión anual de la Sociedad Geológica de Londres, se presentó la publicación ilustrada por Mary Morland donde se anunciaba el descubrimiento y descripción del Megalosaurus, el "reptil gigante". Fue así que el Megalosaurus se convirtió en el primer género de dinosaurio creado, aunque no técnicamente. En aquella época, se determinó que pertenecía al grupo de los Sauria, que incluía a las lagartijas y a los cocodrilos. La idea de los dinosaurios llegaría un tanto más tarde en Inglaterra.
Litografía de la porción anterior de una mandíbula de Megalosaurus, dibujada por Mary Morland en la publicación Notice on the Megalosaurus or Great Fossil Lizard of Stonesfield, 1824. |
Restos fósiles de la cadera de Megalosaurus exhibidos en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford. Se puede observar la mandíbula ilustrada por Mary Morland. |
El problema del nombre
En 1970 se trajo a foco lo que parecía ser un problema respecto al nombre del Megalosaurus, debido a que a la broma del Scrotum humanum había sido considerada seriamente por varios investigadores en los siglos anteriores. Dado que el nombre de Brookes fue el primero en ser asignado utilizando una etiqueta binominal acorde a la nomenclatura científica, se supuso que tenía prioridad sobre el posterior nombre de Megalosaurus. Este problema fue abordado por el paleontólogo británico Lambert Beverly Halstead, quien determinó que aunque Brookes no tuvo la intención de reconocerlo como una forma orgánica, el sistema lineano estaba diseñado para aplicarse también a rocas (fósiles), haciendo de ese nombre uno legítimo.
Estas reglas de prioridad surgieron con el establecimiento de un código internacional para nombrar a las especies que pudiera ser utilizado en todos los países por todos los científicos. Esta idea del código común fue propuesta en el congreso de Leiden en 1895 y produjo el primer conjunto de reglas de nomenclatura en 1905. De acuerdo con Halstead, el nombre podría no competir por la prioridad porque desde que fue acuñado no fue empleado en las descripciones posteriores, regla solamente válida para nombres dados antes de 1899, convirtiendo a Scrotum humanum en un "nombre olvidado" o nomen oblitum.
Tras la muerte de Hasltead en 1993, su amigo William Sarjeant escribió a la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica eliminar el nombre de Scrotum humanum en favor de Megalosaurus. La propuesta fue declinada, pero no en favor de Scrotum, sino porque se consideró que dicho nombre fue más bien una etiqueta para una ilustración y no la creación de un nombre científico válido. Si bien se asignó el nombre, el resto fósil ya no existe y solamente queda el registro del fémur dibujado en el libro de Plot. De ese modo, no es posible afirmar contundentemente que se trata en efecto de un fémur de Megalosaurus y no de un fémur de otro dinosaurio semejante. El nombre Scrotum quedó finalmente desechado. Como bien afirmó el poeta satírico latino Décimo Juvenal: "Las bromas son como la sal: se deben usar con precaución".
Reconstrucción hipotética de un Megalosaurus. Poco se sabe de la cabeza pues se han encontrado pocos hallazgos fósiles de este género. Por LadyofHats Mariana Ruiz. |
Bibliografía consultada
- Benson, R.B.J. (2009). "An assessment of variability in theropod dinosaur remains from the Bathonian (Middle Jurassic) of Stonesfield and New Park Quarry, UK and taxonomic implications for Megalosaurus bucklandii and Iliosuchus incognitus." Palaeontology 52(4): 857-877.
- Buckland, W. (1824). "XXI.—Notice on the Megalosaurus or great Fossil Lizard of Stonesfield". Transactions of the Geological Society of London. Serie 2, 1: 390–396.
- Brookes, R. (1763) The Natural History of Waters, Earths, Stones, Fossils, and Minerals With their Virtues, Properties and Medicinal Uses: To which is added, The method in which Linneaus has treated these subjects. Volume V. Newberry.
- Halstead, L.B. (1970). "Scrotum humanum Brookes 1763 - the first named dinosaur." Journal of Insignificant Research, 5: 14–15.
- Halstead, L.B., Sarjeant, W.A.S. (1993). "Scrotum humanum Brookes - the earliest name for a dinosaur?" Modern Geology, 18: 221-224.
- Plot, R. (1677). The Natural History of Oxford-shire, being an essay towards the Natural History of England. Printed at the Theater, Oxford. 358 pp [este libro fue digitalizado en la Biodiversity Library en 2015].
- Rupke, N. A. (1997). "Oxford's Scientific Awakening and the Role of Geology". En Brock, M. G.; Curthoys, M.C. (eds.). The History of the University of Oxford VI, Nineteenth-Century Oxford, Part 1. Oxford: Clarendon Press.
- Spalding, D., Sarjeant, W.A.S. (1997). "The earliest discoveries". En Farlow, James O.; and Brett-Surman, Michael K. (editores). The Complete Dinosaur. Bloomington: Indiana University Press: 3–11.
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