miércoles, 30 de septiembre de 2015

Fósiles vivientes (II)

Caso II. El redescubrimiento del celacanto

Ejemplar de celacanto montado en el Museo de Historia Natural, Londres.
El siguiente caso se refiere a una combinación de dos posibles significados de taxón pancrónico: un linaje cuya morfología o fisiología ha cambiado muy poco a lo largo del tiempo geológico que ha existido, algo que se conoce como estasis morfológica; y un linaje del que no existe ninguna evidencia fósil entre el momento en que se considera extinto según el registro y su existencia en la actualidad (ausencia del registro fósil).

El primer ejemplar vivo de un celacanto fue descubierto el 22 de diciembre de 1938 en el puerto de East London, en Sudáfrica, capturado por unos pescadores a unos 60 metros de profundidad en la desembocadura del río Chalumna. El especimen medía 1.5 metros de largo y pesaba alrededor de 50 kilogramos. Esto inició una búsqueda por parte del ictiólogo de Rhodes University, James Leonard B. Smith (1897-1968) para averiguar en dónde más se encontraban posibles poblaciones de estos peces.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Dinosaurios flotantes

Brachiosaurus sumergidos en un lago. Ilustración de Zdenek Burian (1941).

Las montañas de la Formación Morrison en el estado de Colorado, Estados Unidos, se distinguen por las bandas de colores de las capas de sedimentos que las componen. Las alternaciones de sedimentos grisáceos, grises verduzcos y rojos encajan con el paisaje desértico que se extiende sobre los valles de la Formación. En la Meseta Colorado se encuentran unos sedimentos que sobresalen del resto, resultado de una combinación de limolitas (rocas que surgen de la petrificación de los lodos) y cenizas volcánicas, donde se han encontrado algunos de los restos fósiles de dinosaurios más impresionantes de América del Norte.

Este sitio es conocido como el Miembro Cuenca Brushy, y es ahí donde se encontraba la expedición del Field Museum de Historia Natural liderada por Elmer S. Riggs (1869-1963), de la ciudad de Chicago, en Estados Unidos. Riggs había enviado en 1899 cartas a varios colectores amateurs en la región rural Oriental de Estados Unidos con la intención de prospectar hallazgos de fósiles en las localidades. Uno de los colectores que respondió fue el dentista S. M. Bradury, de Grand Junction, quien reportaba que varios hallazgos de dinosaurios fósiles habían sido colectados en los alrededores desde 1885. En la expedición de 1900, el 4 de julio, el asistente de Riggs, H. W. Menke, encontró los hallazgos de un dinosaurio descomunal, que de acuerdo con los reportes publicados por Riggs en 1901 y 1903, eran los más grandes que se hubieran descubierto.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Las pechugas del dodo

El dodo de Savery. Pintura en óleo realizada por el pintor neerlandés Roelant Savery, pintor neerlandés de la Edad de Oro de la pintura neerlandesa. El estilo del cuadro corresponde con el de las cortes europeas de la época, definidos actualmente dentro del manierismo, y combinaba el estilo neerlandés con el flamenco.

Hace dos semanas visité la exhibición de "Imágenes de la naturaleza" del Museo de Historia Natural en Londres, compuesta de 110 imágenes que resumen 350 años de historia de la ciencia a través de pinturas al óleo, acuarelas, fotografías y micrografías electrónicas. En estos meses se pueden apreciar imágenes de los mapas realizados por William Smith, el primer geólogo en cartografiar la geología del Reino Unido, así como los fósiles que utilizó para llevar a cabo las descripciones.

Una de las obras exhibidas es la pintura de la portada de esta entrada, el dodo del pintor holandés Roelandt Savery (c. 1626), que fue utilizada como base para realizar las posteriores reconstrucciones de esta ave extinta que habitó la isla de Mauricio. El pintor neerlandés Roelandt Savery (1579-1639) fue uno de los pintores de dodos más prolíficos y fue contratado por el rey Rodolfo II para pintar los especímenes de la colección zoológica real. Desde 1605 hasta la muerte del rey en 1612, y en las subsecuentes comisiones por Europa central hasta 1626, Savery realizó al menos seis retratos de dodos, que bien parecen tratarse del mismo dodo blanco con alas amarillas que se encontraba en la colección real, de acuerdo con el inventario realizado por Daniel Fröschl (1563-1613), un pintor empleado por Rodolfo II en Praga responsable de la Colección Rudolfina. La imagen del dodo de Savery sería utilizada posteriormente por el naturalista inglés Richard Owen para realizar la primera descripción científica del ave de las Islas Mascareñas.

viernes, 21 de agosto de 2015

Un bosquejo de lo que es evolución

Bitácora evolutiva

Macho de pavo real cortejando a una hembra con un despliegue de plumas en abanico
en su cola. Dick Daniels.

Uno de los fenómenos que más intrigó a Charles Darwin fue la explicación del origen de las plumas caudales del pavo real. En una carta a Asa Gray el 3 de abril de 1860, Darwin escribió sobre la cola del pavo real macho lo siguiente:


"...recuerdo bien la vez cuando el pensamiento del ojo me causaba gelidez, pero logré superar este estado de la queja [que suponía el ojo a la hipótesis de la selección natural], y ahora pequeños particulares insignificantes de esta estructura me hacen sentir incómodo. ¡La vista de una pluma de la cola de un pavo real, cuando sea que la mire, me enferma!

Como Darwin apuntó, la cola no servía a ningún propósito y podía incluso suponer una desventaja para la supervivencia del animal pues la cola en excesivo tamaño hacía difícil al ave escapar de sus depredadores. Este ejemplo fue fundamental para proponer la existencia de la selección sexual: las pavas reales se sienten atraídas a ellas, y hay varias evidencias de por qué pueden sentirse atraídas a las colas. Generalmente, los caracteres sexualmente seleccionados son ya sea indicadores de buena salud o una buena dieta, o de la capacidad de sobrevivir a pesar de la gran carga que supone la cola.

Durante muchas entradas he hablado de cómo varios sucesos han dado forma a la teoría de la evolución, sin embargo he dedicado muy poco espacio a definir en cada entrada qué es evolución. Por ello, en esta entrada detallaré lo que hay que saber para entender qué se quiere decir con evolución.

Una definición concreta de evolución que podemos ir desglosando es que la evolución es la descendencia con modificación de un ancestro común que genera un cambio en la frecuencia genética dentro de una población a través del tiempo. La "descendencia con modificación" se refiere a que de una generación a la siguiente, la información genética sufrirá modificaciones debido a diversos procesos que ocurren dentro de los núcleos celulares y entre las poblaciones: las mutaciones, el flujo genético o la recombinación genética.

martes, 18 de agosto de 2015

El flautista de los amonites

El Flautista (1955). Foto de La Tête Kranclen.

El flautista es una obra realizada por la pintora surrealista Remedios Varo (1908-1963), actualmente en exhibición en el Museo de Arte Moderno. Si bien la persona que toca la flauta es la protagonista de la escena, destacan los fósiles retratados del lado izquierdo. El fondo corresponde a una escena otoñal donde una fuerza mística invisible, representada por pequeñas curvas blancas, levanta las piedras cortadas a modo y las coloca en una construcción, una torre de tres piezas que da entrada a unas escaleras. La torre está incompleta y queda claro que la intención del flautista es invocar tal fuerza para terminar el diseño de la misma.

Remedios Varo contó a su hermano una vez en una carta que se trata del sonido de la flauta el que construye la torre octogonal, de la que una parte solo está dibujada porque está en la imaginación del flautista. La forma octogonal tiene que ver con la ley de las octavas, una creencia esotérica que se refiere a la organización del Universo.

jueves, 13 de agosto de 2015

Oda al último ictiosaurio

Fósil de ictiosaurio montado en el Hintze Hall, del Museo de Historia Natural de Londres. Omar R. Regalado 2015.
Joseph Victor von Scheffel (1826-1886) fue un poeta y novelista alemán cuya vida dio un giro inesperado en 1854. Scheffel se había graduado en 1847 como un doctor en derecho y tuvo una posición oficial en la ciudad de Säckingen de 1848 a 1852, periodo en el que escribió su primer poema (El trompetista de Säckingen). Tras un viaje a Italia, Scheffel regresó en 1853 a Säckingen con sus padres, con miras a continuar con su carrera como abogado, hasta que en 1854 comenzó a tener una enfermedad de la vista que le obligaría a retirarse de la carrera y prepararse para una vida de docencia y escritura. Scheffel se convertiría en un prolífico escritor.

domingo, 9 de agosto de 2015

¿Fósiles vivientes? (I)

Origen del término

Encephalartos altensteinii, en la Casa de las Palmas de los Jardines Kew. Familia Zamiaceae. Omar Rafael Regalado (2015).
En la Casa de las Palmas de los Jardines Kew, en Londres, Inglaterra, se encuentra una de las plantas más viejas del mundo y la primera en ser plantada en el jardín botánico en 1775. La cícada Encephalartos altensteinii fue traída a Inglaterra en uno de los viajes del explorador James Cook, por uno de los primeros cazadores de plantas de los Jardines Kew, Frances Masson, del Cabo Oriental, Sudáfrica. Fue una de las 500 plantas que fueron recolectadas durante la segunda expedición. Se clasifica dentro del grupo de las cícadas, que suelen ser consideradas como fósiles vivientes.

La expresión fósil viviente se ha hecho muy popular cuando se quiere describir a organismos que se piensa han vivido desde tiempos remotos y cuyos linajes continúan existiendo hasta nuestros días. El término ha pasado de ser usado a abusado, y muchas cosas erróneas se dan por entendido como ciertas. 

Antes de comenzar con una serie sobre fósiles vivientes (que tiene la longitud del número total de organismos que hayan sido atribuidos a ese concepto), es interesante comenzar con un fragmento publicado por el mismísimo Charles Darwin, quien utilizó el concepto de fósil viviente con la connotación que se le da en nuestros días.

El siguiente fragmento ha sido extraído de El Origen de las Especies:

[...] Todas las cuencas dulceacuícolas, consideradas juntas, conforman una pequeña área comparada con la que tienen tanto el mar como la tierra, y consecuentemente, la competencia entre la producción dulceacuícola habrá sido menos severa que en cualquiera otra parte; nuevas formas habrán sido más lentamente formadas, y las formas viejas más lentamente exterminadas. Y es en medios dulceacuícolas que encontramos siete géneros de peces ganoides, remanentes de lo que antes era un orden preponderante; y en otros medios dulceacuícolas encontramos algunas de las formas más anómalas conocidas en el mundo, como el Ornithorhynchus [ornitorrinco] y el Lepidosiren [pez pulmonado], los que, como los fósiles, conectan a ciertos órdenes ahora ampliamente separados en la escala natural. Estas formas anómalas pueden casi ser llamadas fósiles vivientes: han durado al día presente tras haber vivido en un área confinada y tras haber estado así expuestos a una competición menos severa [...]

Esta es la primera mención realizada del concepto de fósiles vivientes y se puede apreciar que se trata de una analogía mas que de una declaración de hechos. El concepto lo aplicó porque estas especies eran importantes para su teoría de la selección natural como mecanismo evolutivo: dado que la tesis era que las especies evolucionaban gracias a la selección natural, que sucedía para permitir que las especies se adaptaran a sus respectivos medios, la existencia de especies que no estaban sujetas a la competición por los recursos produciría que la selección natural no se presentara y que los cambios, por lo tanto, fueran más lentos y graduales (a una velocidad estándar de evolución). Así pues, su importancia era tan central en la teoría como los fósiles, pues confirmaban la relación entre dos grupos de organismos: 1) los ornitorrincos confirmaban una relación entre mamíferos y reptiles; 2) los peces pulmonados entre los peces y los tetrápodos terrestres.
Ruta del segundo viaje de James Cook. Jon Platek CC BY-SA 3.0.


miércoles, 17 de junio de 2015

El Palimpsesto de Arquímedes y el registro fósil

Una página del Palimpsesto de Arquímedes, que
muestra los dos textos: los salmos en griego que
corren de arriba para abajo y un trabajo de Arquíme-
des que se lee de izquierda a derecha.

En el siglo X floreció el estudio de Arquímedes gracias a los trabajos Leo el Geómetra (790-c. 869), ingeniero, matemático y filósofo primo del Patriarca Ecuménico de Constantinopla. Es por eso que las copias del trabajo de Arquímedes se debieron encomendar a varios escribas y fue así que se produjo el texto original. La copia contenía varios textos de Arquímedes que posteriormente se consideraron perdidos. En algún momento tras la Cuarta Cruzada, en 1204, el manuscrito fue llevado de Constantinopla a Jerusalén, donde en 1229 fue separado, raspado y lavado para reutilizar las hojas de pergamino para escribir un texto litúrgico, donde cada hoja se convirtió en dos y produjo así un material de 177 hojas.

Un palimpsesto es un documento que contuvo un texto original que fue posteriormente borrado para permitir la escritura de uno nuevo. Esto economizaba el consumo de materiales, como el pergamino. Uno de los palimpsestos más conocidos es el Palimpsesto de Arquímedes, un panfleto sobre el que se escribieron salmos y oraciones en un convento tras haber borrado varias obras del filósofo griego Arquímedes de Siracusa (287 - 212 a.C.). El texto no era un original realizado por Arquímedes, sino una copia realizada en el siglo X por un escriba anónimo en Constantinopla, actual Estambul, en el Imperio Bizantino.

domingo, 26 de abril de 2015

Micropaleontología: una historia rescatada del fuego

N. B. La siguiente entrada sufrirá modificaciones posteriores conforme encuentre más información.



Las fundaciones en las que majestuosamente se edifica y se soporta la ciencia geológica moderna son hasta cierto sentido poco seguras, aunque fácilmente serán hechas seguras.
Un descubrimiento, y uno, también, de una naturaleza muy simple, ha sido realizado recientemente, lo que inevitablemente trae una revolución en nuestras ideas en lo que concierne a la naturaleza y el origen de buena parte de la corteza planetaria, y modificará incluso nuestras concepciones de la revolución cósmica. El descubrimiento referido es sobre el origen orgánico de las rocas y meteoritos.
Randolph Kirkpatrick (1912) "The Nummulosphere: An 
Account on the Organic Origin of so-called Igneous Rocks 
and of Abyssal Red Clays"

Así comenzaba la introducción a una de las hipótesis más ingeniosas sobre el origen de las rocas: todas se formaban por la acumulación de numulites. En una entrada pasada se hablaba sobre los numulites, fósiles de unas criaturas unicelulares que se encuentran formando grandes depósitos en canteras de todo el mundo. Los foraminíferos cautivaron y ocuparon las mentes de varios paleontólogos durante los siglos XIX y XX, y ahora en el siglo XXI tienen un papel central en el estudio de paleoambientes y edades. Si bien Herodoto fue el primero en dar cuenta de los numulites, la primera persona en estudiarlos y reconocer su importancia fue alguien completamente ajeno a la paleontología y a la geología modernas.


martes, 21 de abril de 2015

El comienzo de la Guerra de los Huesos

Diagrama de Brontosaurus excelsus, realizado por Othniel Marsh en 1896. La cabeza pertenece a una especie de Camarasaurus.

Los dinosaurios sin duda comenzaron a impactar a la comunidad científica, pero no así a la cultura popular. En 1881 Owen había ayudado a crear el Museo de Historia Natural de Londres y complementaba así la exposición de estos animales al público. Los trabajos publicados llegaron al otro lado del Atlántico desde que Owen acuñara la palabra "dinosaurio" en 1842, hacia Estados Unidos, en donde surgió la famosa Guerra de los Huesos. 

Dos paleontólogos declararon una abierta rivalidad y competencia mutua por descubrir y describir el mayor número de dinosaurios cada uno. Edward Drinker Cope (de la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia) y Othniel Charles Marsh (del Museo de Historia Natural de Yale) utilizaron tanto su tiempo libre como sus casi ilimitados recursos para, entre 1877 y 1892, descubrir y describir 142 especies de dinosaurios entre los dos. Sus expediciones los llevaron a descubrir los yacimientos de fósiles más importantes de Estados Unidos en los estados de Colorado, Nebraska y Wyoming; la famosa guerra no fue solamente una competición de descubrimientos, sino de críticas y ataques con la intención de desgraciar la vida del otro. Durante el verano se dedicaban a excavar restos y durante el invierno estudiaban y publicaban sus resultados; si bien ambos tenían fósiles para estudiar una vida, su apetito los llevaba por más, lo que hacía que ambos cometieran errores que el otro era más que feliz en anotar. Por esa razón, actualmente solo 32 especies de las 142 que nombraron se consideran especies válidas.

Ambos terminaron arruinados al final de sus vidas tras su lucha de egos interminable, que vio su final hasta la muerte de Cope en 1897. Los últimos años de Cope fueron de una debilitación crónica por enfermedades y se vio obligado a vender parte de su colección de fósiles para subsistir. Marsh debió pedir a Yale un salario para poder sostenerse e hipotecar su residencia. Parte de su legado, además de sus importantes descubrimientos, fue el contagiar al público con la fascinación por los dinosaurios.


viernes, 17 de abril de 2015

Primeros capítulos de la Paleobiología de dinosaurios (III)

Hylaesaurus armatus


Litografía de Hylaesaurus por Benjamin Waterhouse Hawkings (1807-1889) de Johnsons Natural History (1871) Estados Unidos.
Una explosión con dinamita cimbró los árboles de la región. La cantera que se encontraba cerca del Bosque Tilgate era fuente de una roca de caliza de buena calidad que se vendía a los constructores ingleses de Sussex Oriental. Entre los escombros de la explosión, una roca contiene un grupo de huesos similares a otros que ya con anterioridad habían salido. El médico Gideon Mantell no tardó en llegar al sitio para ver el nuevo hallazgo, que había sido adquirido por un coleccionista local, y se dio cuenta de que las alrededor de 50 piezas podían articularse en un único esqueleto.

Corría julio del año 1832. Mantell estaba fascinado con este nuevo hallazgo, pues los saurios identificados previamente, Megalosaurus e Iguanodon se habían descrito a partir de hallazgos de piezas únicas y aisladas. Dado que los fósiles provenían del Bosque Tilgate, consideró la posibilidad de que fueran restos de Iguanodon y asignó su adquisición a ese género.

sábado, 14 de marzo de 2015

Los cuernos de Amón y las serpentonitas

Bajorrelieve en el Templo funerario de Seti I (Abidos) que muestra, a la izquierda, al dios Jnum, representado con la cabeza de un carnero, dios creador y de la noche, en el centro el faraón Seti I, y a la derecha, el dios Amun.

Entre los años 77-79 d.C. apareció Historia Natural, un compendio de estudios naturales publicado por Plinio El Viejo. Es probablemente el mayor trabajo científico que se produjo en el Imperio Romano, una civilización que no es particularmente conocida por sus aportaciones científicas.

Naturalishistoria.jpg
Portada de la obra Naturalis Historia de Plinio
El Viejo, impresa en 1669.
La obra abarcó todo el conocimiento de la Antigüedad, que compiló en 37 libros, y abarcó muy diversas áreas: astronomía, matemáticas, etnografía, geografía, fisiología, botánica, zoología, antropología, agricultura, farmacología, minería, mineralogía, escultura y joyería. La obra seriviría, posteriormente, como un modelo de las posteriores enciclopedias, pues fue la primera en utilizar referencias a los autores originales, contener un índice y profundizar demasiado en los temas. La obra fue la última publicada por Plinio, pero nunca dio una revisión final de su obra pues murió en el año 79 durante la erupción del Vesubio que arrasó con las ciudades de Pompeya y Herculano. En el libro 37, dedicado a la minería, mineralogía, joyería y escultura, Plinio El Viejo describió unas curiosas formaciones de roca caracterizadas por su diseño en espiral que se asemejaba demasiado a los cuernos de un carnero. Al describir estas rocas, primera descripción científica de las mismas, Plinio notó que eran semejantes también a las estructuras que sobresalían de la cabeza del dios egipcio Amun (en latín Ammon) en las representaciones jeroglíficas. Así fue como el primer nombre de estos fósiles fue ammonis cornua, "los cuernos de Amun", a ejemplares colectados cerca de la ciudad de Pompeya en el año 79.

Pompeii&Vesuvius.JPG
Ciudad de Pompeya con el Monte Vesubio de fondo, por Qfl247, bajo Licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons.

viernes, 20 de febrero de 2015

Primeros capítulos de la Paleobiología de dinosaurios (II)

Este artículo ha sido reeditado de su versión original publicada el 21 de febrero de 2015, con clarificaciones sobre la taxonomía de Iguanodon y notas sobre los debates entre los transformistas y los fijistas.

Anatomía comparada e Iguanodon bernissatensis





Página 187 del libro El Mundo Perdido, que ilustra unos iguanodontes comiendo de unas palmas en las llanuras de América del Sur.

–[Lord John...] A nosotros mismos esto nos parecerá algo soñado, dentro de un mes o dos ¿Qué dijo usted que eran?
–Iguanodontes –dijo Summerlee–. Puede usted encontrar sus huellas por todas las arenas de Hastings, en Kent y en Sussex. Pululaban en el sur de Inglaterra cuando allí abundaban las sabrosas sustancias vegetales que les permitían alimentarse. Cuando las condiciones cambiaron, las bestias no pudieron sobrevivir. Al parecer, aquí no han cambiado esas condiciones y estas bestias siguen viviendo.
–Si alguna vez logramos salir vivos de aquí, me gustaría llevar conmigo una cabeza –dijo Lord John–¡Por Dios! ¡Si vieran esto algunos de los muchachos de Somalilandia y Uganda se pondrían verdes! No sé lo que ustedes piensan, camaradas, pero yo me huelo algo extraño, como si estuviéramos todo el tiempo sobre una capa de hielo a punto de quebrarse.

Fragmento del Capítulo 10. Han ocurrido las cosas más extraordinarias, de El Mundo Perdido, Arthur Conan Doyle, 1912

 

Gideon Mantell comenzó a colectar fósiles en 1819 en una cantera cerca del pueblo de Cuckfield, en Sussex Oriental. Su esposa, Mary Ann, también se interesó en la recolección e ilustración de fósiles. La historia cuenta que un día Mary Ann daba un paseo por la región mientras Gideon veía a un paciente cuando encontró los fósiles de lo que parecían ser unos dientes; Mary Ann los recolectó y se los llevó a casa.

 

Una vez en casa, en la ciudad de Lewes, Mantell estudió el fósil descubierto por su esposa y concluyó que se trataba de un diente fosilizado de un vertebrado hasta ese entonces desconocido. Se las arregló para conseguir información sobre la procedencia de las rocas que se utilizarían en Cuckfield para el camino y supo que la fuente era una cantera de caliza en Whitemans Green. Al llegar a la cantera, Mantell consiguió más dientes y huesos y amplió su búsqueda hacia el Bosque Tilgate, un bosque de coníferas de las cercanías, donde encontró todavía más restos fósiles del mismo tipo. Al no ser capaz de identificar los restos como pertenecientes a una especie actual en particular, decidió enviarlos a dos eminencias de la historia natural: Georges Cuvier en París y William Buckland en Oxford.

 

Ilustración de los dientes de “Iguanodon” anglicus encontrados por Gideon Mantell en 1822. La historia que usualmente se cuenta sobre el descubrimiento de este especímen es que Mary Ann los descubrió mientras Gideon visitaba a un paciente, sin embargo esta historia es probablemente apócrifa. Gideon sí afirmó en dos ocasiones (1822 y 1837) que Mary Ann descubrió los fósiles, pero no explicó las circunstancias. Estos dientes son los que fueron nombrados primero como Iguanodon, pero al estar aislados, no es posible determinar con certeza que estos fósiles pertenecieron a los esqueletos descubiertos después en Bélgica e Inglaterra. En el año 2000, la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica sugirió que el nombre Iguanodon se refiriera solamente al esqueleto descubierto en Bélgica (Iguanodon bernissartensis) y los dientes descubiertos por Gideon son ahora conocidos como Therosaurus anglicus, un género de ornitópodo con afinidades dudosas.

 

Primeras ideas

Como resultado, Mantell recibió dos diagnósticos. Para Cuvier, se trataban de los restos de un rinoceronte, mientras que para Buckland era un gran pez y sugería a Mantell no darle más vueltas al asunto. Mantell no se convenció. Al continuar estudiando las rocas de las que provenían los huesos, determinó que el animal al que había pertenecido debió haber vivido en el Mesozoico. Por aquél entonces, los únicos restos que se habían encontrado para el periodo Cretácico inglés eran fósiles marinos, lo que suponía que la isla había estado inundada en el pasado y dirigía a la conclusión lógica de que los restos pertenecían a un pez. Cuvier, sin embargo, en Francia, mantenía la duda.

 

Mantell estudió medicina en el Colegio Real de Cirujanos en Londres, de donde se graduó en 1811. Al visitar nuevamente su antigua escuela en 1825 se encontró con el naturalista y geólogo Samuel Stutchbury, quien estaba en calidad de curador visitante. Stutchbury acababa de preparar un espécimen de iguana que sería exhibido en el Museo Hunteriano: la iguana había sido enviada por un naturalista inglés a bordo del Beagle en su viaje de circunnavegación por el globo, un tal Charles Darwin.

 

Al comparar los dientes de los fósiles de Mantell con los de su espécimen, Stutchbury sugirió una tercera posibilidad: una iguana. Fue ahí cuando Mantell se dio cuenta de que no había encontrado ni un pez ni un mamífero, sino los restos de un reptil gigante. Un año atrás, William Buckland había hecho pública la descripción de un reptil gigante del Mesozoico, el Megalosaurus ¿Serían estos huesos los restos de una criatura semejante?

 


Bosquejo de la Cantera Tilgate con Gideon Mantell viendo los fósiles siendo desenterrados. Por desconocido. Librería de Nueva Zelanda, Colecciones de la Biblioteca Turnball. Dominio público.

 

Mantell decidió publicar el hallazgo del Iguana-saurus en un artículo donde describía el material hallado tres años atrás. Poco antes de publicar, recibió una carta del amigo de Buckland, William Coneybeare, donde le sugería un nuevo nombre: “Tu descubrimiento de las analogías entre los dientes de Iguana y los fósiles es muy interesante, pero el nombre no funcionará, porque es igualmente aplicable a la Iguana reciente. Iguanoides o Iguanodon serían mejores”. Fue así como fue nombrado el segundo reptil gigante del Mesozoico: Iguanodon o "diente de iguana". El hallazgo fue publicado en un artículo titulado “Aviso sobre el Iguanodon, un reptil fósil recién descubierto, en la arenisca del bosque de Tilgate, en Sussex”, publicado en las Transacciones Filosóficas de la Sociedad Real de Londres.

 

Hallazgos posteriores

En 1834 las noticias de un nuevo hallazgo encontrado en Maidstone llegaron a Mantell. Durante los trabajos de extracción en una cantera se había dinamitado una pared de roca y entre los restos había quedado desenterrado un bloque con un conjunto desarticulado de huesos de lo que parecía haber sido una gran bestia. El dueño de la cantera solicitó la cantidad de £25.00 para permitirle a Mantell quedarse con los restos, el equivalente a £1,463.25 actuales, €1,979.94 o $2,249.65USD. Mantell y sus conocidos lograron juntar el dinero y adquirir el espécimen y Mantell dedicó entonces su tiempo a intentar reconstruir en el papel al animal que él veía en el bloque.

A partir de la idea de que se trataba de un reptil "iguanesco" reconstruyó al animal con la semejanza de una iguana. Los mismos huesos del reptil se correspondían con los que estaban en la gran laja de roca y dibujó la primera reconstrucción del animal. La característica sobresaliente era un hueso que Mantell identificó como un cuerno, pues se parecía mucho a los cuernos de los actuales rinocerontes -tal vez inspirada de la idea original de Cuvier-. Así, el Iguanodon de Mantell era una iguana gigantesca con un cuerno en el hocico.


Primera reconstrucción de un Iguanodon realizada por Mantell, basada en los restos de Maidstone. Tras la designación del espécimen de Bélgica como el nuevo material tipo de Iguanodon, los huesos rescatados de la cantera de Maidstone tuvieron que ser reclasificados. En 2012 fueron renombrados como Mantellodon carpenteri, pero una comparación más detallada realizada un año después con otro fósil más completo recuperado de una cantera de la Formación Vectis en 1914 que llevaba el nombre Mantellisaurus atherfieldensis.


Dibujo de la laja comprada por Mantell en Maidstone; el esqueleto es referido en la actualidad como Mantellisaurus.

 

Durante la primera mitad del siglo XXI, los naturalistas comenzaron a proponer que las semejanzas que se veían entre grupos sugerían que los organismos podían cambiar con el paso del tiempo. A estas propuestas las conocemos ahora como “transformismo” o “transmutación de las especies” y se consideran como ideas “pre-evolucionistas”. A diferencia de los evolucionistas, los transformistas consideraban estos cambios como accidentes o eventos aislados, o las explicaban como el resultado de fuerzas metafísicas. Los evolucionistas que le siguieron después consideran que las semejanzas entre organismos se explican por la ascendencia común y que actúa en todos los seres vivos. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, la diversidad de explicaciones de los transformistas encontró oposición férrea de aquellos que ahora conocemos como fijistas, quienes consideraban que los seres vivos que existen en la actualidad siempre han existido. Richard Owen, quien acuñó la palabra “dinosaurio” fue uno de estos fijistas. Para el 1842, ya se había descrito otra criatura semejante al Iguanodon, el Hylaesaurus, y Owen decidió que el grupo Orden Sauria, que incluía a las lagartijas, no era lo más adecuado para describir a estas criaturas, por lo que creó el Orden Dinosauria. Owen realizó esta clasificación para evitar la creencia de que estos animales eran reptiles y los comparó en su lugar con los mamíferos, “bestias”.

 

Este grupo de criaturas extintas estaba fascinando al mundo. Charles Darwin también contemplaba con asombro cómo estas fantásticas bestias eran descubiertas y cómo prometían revolucionar lo que se sabía de la historia natural del mundo. En 1852, a tono con esa fascinación, Owen mandó construir modelos a escala de los dinosaurios descubiertos y así surgieron las representaciones clásicas de los dinosaurios victorianos. El Iguanodon era una iguana gigantesca que parecía más un rinoceronte que un reptil.

 


Estudio de Sydenham. Por desconocido. Benjamin Waterhouse fue el comisionado por Owen para realizar réplicas del Iguanodon de Mantell y otros dinosaurios recién descubiertos, incluido el Megalosaurus de Buckland, pero reconstruyéndolos como mamíferos. Gideon Mantell, quien sospechaba que estos animales eran más gráciles y se parecían más a las lagartijas, murió en 1852, cuando los dinosaurios fueron comisionados por Owen.

 

El Iguanodon se pone de pie

 

En 1854, el inglés Samuel Beckles, quien después sería considerado como el primer cazador de dinosaurios, descubrió un gran número de pisadas de tres dedos que parecían ser de un ave de gran tamaño en la Formación Weald de la isla británica de Wight. Beckles se aventuró a decir que en realidad eran pisadas de algún dinosaurio. Poco después descubrió en la Isla una pierna completa de un dinosaurio; Beckles llevó su hallazgo a Richard Owen y determinó que se trataba de un Iguanodon joven. Owen confirmó que la pata era del mismo tamaño que las huellas encontradas, pero a tono con su escepticismo hacia el transformismo que flotaba en el aire, determinó que esto era coincidencia.

 

Beckles publicó su hallazgo ese año en el Quaterly Journal de la Sociedad Geológica de Londres, donde las identificó como ornitodicnitas, “pisadas de ave” en griego clásico. Posteriormente, tras cuatro años de considerar la cuestión, Owen publicó en 1858 que en efecto las pisadas de tres dedos correspondían con la extremidad trasera descubierta por Beckles.

 

Tras la publicación del libro El Origen de las Especies en 1859 de Charles Darwin, Richard Owen declaró estar en rotundo desacuerdo con los postulados de Darwin. Si bien, aceptaba que la evolución era un hecho que permitía entender la historia natural, los mecanismos que proponía Darwin eran demasiado simplistas para Owen, quien tenía ideas más acorde con el neoplatonismo. Owen consideraba que las similitudes entre los diversos organismos se debían a que en la mente del creador existían “arquetipos”, ideas primigenias que servían de inspiración. Las relaciones de semejanza entre los seres vivos permitían entender los patrones que regían la mente divina y que permitían adentrarse en el “orden natural” que buscaba Linneo.

 

Thomas Huxley utilizó la monografía de Owen para demostrar que Iguanodon tenía la suficiente fuerza para caminar erguido, razón por la cual no se habían encontrado pisadas de las patas delanteras. Esto era evidencia suficiente para sostener que mediante el proceso de selección natural era posible trazar una conexión entre las aves y los dinosaurios, ambos compartían un ancestro común, algún reptil. Esta hipótesis la publicó Huxley en 1868 en Annals and Magazine of Natural History, titulado "Sobre los animales que son casi cercanamente intermedios entre las Aves y los Reptiles".

 

Posteriores descubrimientos cerca de la misma fecha, pero en los Estados Unidos, confirmaron que habían existido dinosaurios en efecto bípedos, relegando los modelos de Owen a meras curiosidades de una época que ya había pasado. Así fue como el Iguanodon se puso de pie.

 

Bibliografía consultada

  • Dollo, L. (1882). "Première note sur les dinosauriens de Bernissart". Bulletin du Musée Royal d'Histoire Naturelle de Belgique 1:161-168.
  • Horner, J. R.; Weishampel, David B.; Foster, Catherine, A. (2004) "Hadrosauridae". En Weishampel, D. B.; Dodson, P.; Osmólska, H. The Dinosauria (2nd ed.). Berkeley: University of California Press. pp. 438-463.
  • Norman, D. B.; Weishampel, D. B. (1990). "Iguanodontidae and related ornithopods". En Weishampel, David B.; Dodson, Peter; Osmólska, Halszka. The Dinosauria. Berkeley: University of California Press. pp. 510–533.
  • Norman, D. B. (2011). "On the osteology of the lower wealden (valanginian) ornithopod barilium dawsoni (iguanodontia: styracosterna)". Special Papers in Palaeontology. 86: 165–194.
  • Mantell, G. A. (1848). "On the structure of the jaws and teeth of the Iguanodon". Philosophical Transactions of the Royal Society of London 138: 183–202.
  • Mantell, G. A. (1825). "Notice on the Iguanodon, a newly discovered fossil reptile, from the sandstone of Tilgate forest, in Sussex". Philosophical Transactions of the Royal Society 115: 179–186.
  • Owen, R. (1858). "Monograph on the Fossil Reptilia of the Wealden and Purbeck Formations. Part IV. Dinosauria (Hylaeosaurus)".
  • Paul, G.S. (2012). "Notes on the rising diversity of Iguanodont taxa, and Iguanodonts named after Darwin, Huxley, and evolutionary science." Actas de V Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno, Salas de los Infantes, Burgos. p123-133.

sábado, 14 de febrero de 2015

Paleontología heráldica

Heraldic Banners of the Knights of the Garter mid-16th Century
Escudos heráldicos de la Orden de la Jarratera, máxima del sistema de honores de Gran Bretaña, con una bestia respectiva. Es parte de la Orden de Caballeros más antigua del Reino Unido, fundada en 1348 por el rey Eduardo III

La heráldica es la ciencia que se dedica a estudiar los escudos de armas de los linajes, asociaciones, instituciones, ciudades o estados. Estos escudos de armas suelen simbolizar un aspecto histórico o sobresaliente de quien lo elige y permite darle un símbolo de identidad.

Para muchas ciudades y municipios alrededor del mundo, el descubrimiento de ciertos fósiles en la región les dio una distinción e identidad tal que se tradujo en escudos de armas que les representaban. Aprovechando que en internet se presta la mejor excusa para realizar listados, a continuación un primer listado de algunas ciudades y municipios que contienen fósiles y la historia detrás de ellos.

lunes, 9 de febrero de 2015

Las brujas de Salem y los saurópodos embrujados


Esclerocio de Claviceps purpurea, un ascomicete
colgando de la espiga de un centeno.
De Dominic Jacquin.
El cuadro de arriba se conoce como La Examinación de la Bruja, del pintor estadunidense Thomas H. Matteson (1813-1884) en el que se retrata una corte estadunidense en torno a una joven a la que se le acusa de brujería. En el suelo se encuentra un joven que parece haber sido víctima de un encantamiento lanzado a él por la bruja enjuiciada. La escena pintada en 1853 se inspiró en los juicios de Salem, uno de los episodios más cruentos de la historia estadunidense. Durante la época colonial, entre febrero de 1692 y mayo de 1693, se enjuició y condenó a muerte a veinte personas por el cargo de brujería, algo que en aquella época implicaba por consecuencia un trato cercano con el mismo Diablo.

Actualmente, existen historiadores que buscan encontrar una explicación a los supuestos encantamientos de la región durante ese año. Una de las hipótesis más populares para explicar los síntomas de las personas que se decían afectadas es que fueron víctimas de envenenamiento por ergot o cornezuelo, una especie de hongo conocida como Claviceps purpurea que parásita las plantas de centeno. La aflicción se conoce como ergotismo. De acuerdo con los registros históricos del juicio, parte de lo síntomas eran las convulsiones y las alucinaciones; es más, una de las evidencias contra las acusadas eran las personas que los afectados alucinaban durante su trance (Linnda Caporael, 1976).

viernes, 6 de febrero de 2015

El camino del Homo sapiens o La Marcha del Progreso



La imagen de portada es tan conocida que probablemente haya visto cientos o miles de réplicas, pero nunca a la versión original. Se le conoce como La Marcha del Progreso y se usó para ilustrar la evolución del linaje homínido. Sin embargo, a pesar de que la imagen era un excelente resumen de la evolución de este linaje, el panel superior que muestra una línea del tiempo cayó en el olvido y la memoria colectiva preservó solamente la escena inferior: una marcha de cómo un simio se convierte en un ser humano moderno. Esta imagen crearía la falsa noción de que los científicos pensaban que el ser humano era producto de una transformación gradual desde los simios ¿Qué sucedió? ¿Fue una mala representación de la evolución de un mal libro de ciencia? ¿O fue la gente que no entendió? ¿Fue una combinación de ambos?

El Pleistoceno del Valle de México

Cazadores del Pleistoceno atacando a un mamut de Columbia.
Maqueta del Museo Nacional de Antropología.

El Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México ha logrado gestionarse como un gran museo público subterráneo cuya entrada cuesta lo mismo que el boleto de viaje, $5.00 (pesos mexicanos, = 0.34 dólares estadunidenses, =0.06 euros). Es un museo que resume la historia natural de la Cuenca de México, desde las faunas del Pleistoceno que habitaron en la zona lacustre, pasando por las civilizaciones asentadas en la región, la conquista por los españoles y su asentamiento colonial y el desarrollo del México moderno. El metro, como es conocido comúnmente, también expone una gran cantidad de murales y está decorado por múltiples esculturas, distribuidas en sus ahora 195 estaciones.


Gracias a la construcción del Metro pudieron desenterrarse muchos yacimientos arqueológicos de las civilizaciones previamente asentadas en el país, así como un registro fósil de la fauna pleistocénica que habitó la Cuenca de México. El proyecto inició a construirse en el año 1967 como respuesta al gran número de habitantes de la Ciudad de México, que para ese año era de 5 millones quienes sobrecargaban las 7,200 unidades de transporte público.



Metro de la cd de México, Oceanía - Rio Consulado
Metro de la Ciudad de México, tramo Oceanía-Consulado

miércoles, 4 de febrero de 2015

La isla de los dinosaurios enanos

Telmatosaurus.jpg
Cráneo de Telmatosaurus transilvanicus dibujado por Franz Nopcsa en 1935 en su obra Dinosaurierreste aus Siebenbürgen. Licensed for Public Domain.
El año pasado, o hace dos meses, hablé de los objetos y campos de estudio de la paleontología y de la paleobiología. En aquella ocasión referí a esas definiciones para hablar sobre la primera reconstrucción paleoecológica realizada de manera gráfica, la acuarela en vista tipo acuario de En el Antiguo Dorset. Sin embargo, ése no fue el primer trabajo paleobiológico realizado. Esa historia tendría lugar en Europa Oriental, en lo que antes se conocía como el Imperio Austro-húngaro.

Franz Nopcsa (1877-1930) fue el primer paleobiólogo de la historia, pues trató de entender la fisiología y ecología de los dinosaurios sin haber tenido la fortuna de haberlos observado vivos. Para comprender lo revolucionario de sus ideas, es importante tener en cuenta el contexto del consenso científico en su época, resumido en cuatro fechas claves:
  • 1796. La paleontología, entendida como el estudio de los fósiles considerados como evidencias de una vida del pasado, tuvo sus inicios en la escuela pitagórica de la Antigua Grecia. Si bien, el origen orgánico de los fósiles es una idea bastante antigua, se consolidó de manera científica tras el trabajo del naturalista francés Georges Cuvier (1769-1832), quien estableció que los fósiles no representaban solamente vestigios de vida del pasado, sino que los fósiles que carecían de un semejante en nuestros tiempos pertenecían a grupos de animales y plantas que se habían extinto. Esta fue la primera explicación sobre la naturaleza de los fósiles; la obra titulada Memoire sur les especes d'Elephants tant vivantes que fossiles (Memoria sobre las especies de elefantes tanto vivientes como fósiles) fue publicada en 1796.
  • 1842. El grupo Dinosauria fue creado en 1842 por el biólogo, anatomista comparativo y paleontólogo británico Sir Richard Owen (1804-1892), como una tribu o suborden dentro del orden de los Saurios (lagartos y lagartijas) en la clase de los Reptiles. Este grupo justificaba su creación al considerarse el primer gran grupo de organismos completamente extintos.
  • 1859. La selección natural como mecanismo detrás de los cambios de los seres vivos con el paso de las generaciones (o evolución, una idea que ya empezaba a flotar en las mentes de los naturalistas del siglo XIX) fue finalmente publicada en el año 1859 por Charles Darwin (1809-1882) en su obra El Origen de las especies, idea concebida gracias al viaje de circunnavegación que realizó Darwin en su juventud.
  • 1863. En el año 1863, Richard Owen describía el primer ejemplar descubierto de Archaeopteryx litographica, los restos fósiles de una "ave" encontrada en una cantera de Alemania; era indudable que poseía elementos tanto de las aves como de los reptiles, indicando que las aves habían evolucionado a partir de ancestros reptiles. Charles Darwin añadiría el descubrimiento en una edición posterior de su obra y este hallazgo sería utilizado como una prueba irrefutable de la existencia de la evolución.